miércoles, noviembre 28, 2007

"EL TEATRO DEL ABSURDO".www.eltiempo.com

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El teatro del absurdo

Si no hubiera familias de secuestrados llorando en este momento por sus seres queridos, el deterioro de las relaciones entre Colombia y Venezuela por cuenta de la mandada al carajo que le pegó Uribe a su homólogo Hugo Chávez sería una historia propia del teatro del absurdo. Comenzando por el hecho de que detrás de las primeras sonrisas y los primeros abrazos, entre Chávez y Uribe, siempre se escondió una desconfianza mutua, que se fue acrecentando con el paso de los días. Desconfianza que tampoco se apaciguó con la decisión de poner como facilitadora a una opositora del Gobierno, como Piedad Córdoba. El trío no podía ser más disparejo ni más explosivo. En la medida en que las cosas le iban saliéndole a Piedad Córdoba y conseguía avances con las Farc nunca antes obtenidos en los años de gobierno de Uribe, el Presidente, desde la Casa de Nariño, se iba descolgando del proceso.

Por el otro lado, Chávez y Piedad, a pesar de que sabían de todo este mal ambiente que se estaba cocinando en Bogotá, en lugar de no dar papaya, emocionados por sus avances, la dieron toda. El episodio de las fotos de Piedad con Iván Márquez sirvió para alimentar a los enemigos del acuerdo humanitario. Tampoco ayudó el presidente Chávez cuando cometió la imprudencia de revelar la propuesta confidencial de Uribe a las Farc a su llegada a París. Infidencia que Uribe respondió con una reacción desmesurada en un comunicado donde le daba a Chávez plazo hasta del 31 de diciembre para lograr algo que él no había podido hacer en estos cinco años.

Para cuando vino la llamada que le hizo Piedad al general Montoya, llamada que no debió hacer la senadora, el proceso estaba herido de muerte. Solo faltaba una buena excusa para mandar al carajo al presidente Chávez y salir bien librado en las encuestas.

Las Farc también se comportaron como si estuvieran en el teatro del absurdo. A pesar del protagonismo político, que resulta inevitable en estos casos, lo desperdiciaron. No entregaron pruebas de supervivencia a Chávez en París y las que le enviaron el viernes a Piedad por intermedio del periodista William Parra no son producto de la gestión adelantada por aquella y Chávez, sino que pertenecen a un archivo personal del periodista. Las Farc 'conejearon' a Chávez. Queda por discutir la conducta ética de un periodista que entrevista a un secuestrado -al fin y al cabo se trata de alguien privado de su libertad- y que, además, no hace pública la entrevista y la manipula ante los familiares de la víctima.

Es evidente que los secuestrados que las Farc tienen en la selva son una simple mercancía, nada más. Y aunque no dudo de que con la mediación de Chávez se consiguieron avances muy importantes en materia del intercambio humanitario con las Farc, no creo que hubiéramos estado tan cerca de este como lo ha admitido la senadora Piedad Córdoba. (Dicho sea de paso: a pesar de haber cometido errores como facilitadora, Piedad no se merece ese tratamiento de apátrida que le quieren aplicar los enemigos del acuerdo humanitario. Si este país no estuviera patas arriba, su labor habría merecido un reconocimiento, no un castigo.)

Lo que más preocupa de la mandada al carajo del presidente Uribe a su homólogo venezolano, Hugo Chávez, no es que haya sido apresurada, sino que se haya hecho pensando que este se iba a quedar cruzado de brazos y no se iba a embejucar. Es probable que a Uribe le toque recular no ya por cuenta de la presión de los familiares secuestrados, sino por cuenta de los empresarios colombianos, ante quienes Uribe sí es capaz de bajar la cerviz. Si se equivocó metiendo a Chávez en el tema del acuerdo humanitario, él tiene que asumir las consecuencias de haberlo sacado. Y en este momento su principal obligación como gobernante es evitar que se deterioren las relaciones con Venezuela. Si para lograrlo tiene que llamar a Chávez, pedirle disculpas y agradecerle por sus buenos servicios, cosa que no hizo en su último comunicado, pues que lo haga. Eso de tratar a sus contradictores como si fueran todos Samueles Morenos sale caro.
María Jimena Duzán

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