martes, febrero 09, 2010

CONFESION PÚBLICA Y VOLUNTARIA



Confesión Pública y Voluntaria.
Jorge J. Cuadra
macondoc@cablenet.com.ni

La guerra está en las calles y las calles parece que tienen dueño, aunque sean vías públicas con libre acceso al pueblo.

La lucha entre el gobierno y las fuerzas opositoras está planteada y tiene como escenario principal las calles de la capital del país y las de los principales municipios de Nicaragua, los mismos que se insurreccionaron en Septiembre de 1978 por las mismas causas que a-hora: la lucha contra la dictadura, de cuarenta años aquella y en pleno desarrollo esta.

La sociedad civil organiza marchas pacíficas y las hordas enmorteradas al mando del diputado Porras, se lanzan contra ellas sembrando el caos y el miedo. Pero todo cambia, como dice la famosa canción de Mercedes Sosa, recientemente fallecida, y los marchantes pacíficos se tornan poco a poco en marchistas armados de morteros y resueltos a devolver la agresión con agresión, el morterazo con morterazo y la pedrada con pedrada. Pero hay algo que hace que los marchistas por la democracia sean más auténticos que las fuerzas agresoras, es la presencia física de sus principales dirigentes y me refiero en especial al diputado Eduardo Montealegre, líder del MVE, al que vimos al frente de sus partidarios en una rotonda de Managua en la marcha del aniversario del fraude electoral. ¿Acaso vemos en las agresiones de los CPC a sus principales dirigentes? y no me refiero al diputado terrorista Gustavo Porras, porque ese es una simple pieza del ajedrez político del Presidente Ortega y de la primera dama. Me refiero al diputado Castro Rivera, me refiero al diputado Figueroa, me refiero al diputado farandulero, Wálmaro. Esos ordenan y se quedan en sus cuevas sin exponerse a una posible agresión.

El liderazgo de los liberales está siendo disputado entre Eduardo Montealegre, de larga participación en la política opositora y exitoso candidato presidencial que conquistó con su caudal electoral el segundo lugar en las últimas elecciones presidenciales y el ex presidente Arnoldo Alemán, acusado de corrupción y recientemente sobreseído, gracias a las artimañas que le brinda el pacto con Daniel Ortega. Sin embargo, esa disputa ya debe de pertenecer al pasado porque la presencia en las calles disputadas de Eduardo Montealegre, así lo indica. Y aquí viene lo mejor por si alguien pone en duda esa realidad. Desde hace un tiempo un conocido comentarista de la televisión, en su propio programa, nos viene preguntando que si alguna vez miramos a los miembros del PLC en las marchas pacíficas atacadas por los CPC y naturalmente la respuesta es no, porque el PLC nunca marcha. Dicen que apoyan, pero se quedan en sus casas en ineludible cumplimiento a las reglas no establecidas del pacto Ortega-Alemán.

Acumulando esas realidades de ambos líderes liberales y agregando las declaraciones con sabor a final del contendiente Alemán, se puede decir sin la menor sombra de duda, que las fuerzas democráticas, representadas por el liberalismo, ya tienen un solo dirigente, Eduardo Montealegre, porque públicamente y de su espontánea voluntad el Dr. Alemán así lo proclamó al decir ante la prensa nacional, “que él apoya la unidad de los liberales y la lucha contra la dictadura, pero no va a las calles porque ya está Eduardo y si está Eduardo, está el liberalismo entero.” Más claro ni el agua. Alemán confiesa su cobardía y su pacto eterno con el orteguismo y le cede el liderazgo de la oposición a su contendiente.
¿Quién puede detener ahora a Montealegre en su camino al liderazgo único del liberalismo y de las fuerzas democráticas? Lo que suele decir Eduardo Montealegre con respecto a que no es tiempo de liderazgos sino de unión, no es valedero porque para unirse se necesita un líder alrededor del cual aglutinarse para hacer la lucha. No se está hablando de candidaturas, sino de liderazgo para luchar unidos, y sin una cabeza a la cual seguir, no se puede aglutinar un pueblo decidido a dar la batalla por la democracia.

Arnoldo Alemán fue víctima de sus mentiras, las que quedaron a flor de piel cuando le preguntaron que si él iba a ir a las calles a marchar por la democracia. Descaradamente, como siempre suele ser, confesó sin rubor en su cara, que él apoyaba la lucha, pero no salía a las calles porque…..y aquí viene el traspaso de poder, la rendición final, la entrega incondicional del liberalismo ……”porque allí está Eduardo y si está Eduardo, están todos los liberales.”

El camino está despejado. El Dr. Alemán se encargó de hacerlo y si había duda en quien debe ser el líder en esta lucha a favor de la democracia, se despejó con las declaraciones del caudillo de El Chile: EDUARDO MONTEALEGRE.

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