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¿País libre de analfabetismo?
El sábado 22 de agosto corriente, en una concentración de sus partidarios Daniel Ortega proclamó oficialmente a Nicaragua como país “libre de analfabetismo”. Según la proclamación oficial, gracias al Gobierno de Ortega el 96.44 por ciento de los nicaragüenses ya están alfabetizados, o sea que sólo el 3,56 son ahora analfabetos.
Si fuera cierto que Nicaragua es, por fin, un país libre de analfabetismo, habría que reconocerlo como un logro trascendental del Gobierno de Daniel Ortega, aunque ese solitario éxito no compensaría sus grandes fracasos en todos los demás ámbitos de la vida económica y social, ni justificaría sus atropellos contra la democracia, los derechos y la libertad de los nicaragüenses demócratas, o sea contra la mayoría de la población.
Pero, ¿será cierto ese dato gubernamental de que prácticamente ya no hay analfabetismo en Nicaragua? ¿Cómo creerle a un gobierno que es embustero redomado y compulsivo, que siempre hace lo contrario de lo que dice y nunca cumple lo que ha prometido? ¿Cómo creerle a un gobierno que se proclama de “unidad y reconciliación”, pero promueve el odio de clases, de apellidos, de banderas políticas y de ideología, y organiza turbas para apalear a las personas que tratan de ejercer sus derechos constitucionales y humanos de manifestación y libre expresión? ¿Cómo creerle a un gobierno que dice ser respetuoso de la propiedad privada y sus miembros se convierten fácilmente en grandes propietarios, pero confisca y manda pintarrajear las paredes y muros de casas particulares e inmuebles de propiedad pública, con odiosos lemas de propaganda y culto personal?
Según el Gobierno, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) certificó mediante una encuesta que hizo entre 12,538 personas, que es cierto lo dicho por Daniel Ortega, de que en Nicaragua hay ahora menos del cuatro por ciento de analfabetas, o sea nada en términos estadísticos. Pero, ¿quién certifica lo dicho por la Unesco, un organismo de la ONU copado por funcionarios de izquierda y caracterizado por su simpatía hacia los gobiernos izquierdistas de todas partes del mundo que generalmente mienten con las palabras y engañan con las estadísticas?
Por el bien de Nicaragua, quisiéramos creer que es cierto lo que dice el Gobierno y avala la Unesco, de que ya no hay analfabetismo en el país. Pero apenas un día después del acto político partidista en el que Daniel Ortega proclamó a Nicaragua como país libre de analfabetismo, LA PRENSA publicó una información que no fue recogida de oídas, sino el resultado de un trabajo de campo de la periodista Gisella Canales Ewest en la zona de El Castillo, departamento de Río San Juan, acerca de que en una cooperativa de productores de 151 miembros, el 42 por ciento de ellos son analfabetos. El Ministro de Educación, Miguel de Castilla, minimizó esta información, pues dice que El Castillo es una zona alejada del país y eso explica que haya allí tal porcentaje de personas analfabetas. Pero según la investigación de LA PRENSA, la campaña de alfabetización llegó hasta esa zona del departamento de Río San Juan, donde las personas que únicamente pueden poner sus iniciales, aunque no saben leer ni escribir, fueron consideradas como ya “alfabetizadas”. ¿Sería ese caso una excepción o la regla en todo el país? ¿Quién lo sabe y lo pudiera confirmar?
Por el bien de la nación, repetimos, quisiéramos que fuera cierto que Nicaragua es un país libre de analfabetismo. Ése fue uno de los sueños del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Director Mártir de LA PRENSA, para quien, en el empeño por alfabetizar a todos los nicaragüenses no debería haber diferencias ni rivalidades políticas de ninguna clase. “Nosotros creemos —escribió el doctor Chamorro Cardenal— que todos los nicaragüenses debían de empeñarse en una obra como ésta, olvidar por un momento sus diferencias, sus enemistades, sus celos, y contribuir en alguna forma a la alfabetización de todos los que habitan la patria”.
Pero ¿cómo creerle a un gobierno mentiroso, que todo lo hace mal y lo muy poco y único que hace bien lo desvaloriza con su odioso sectarismo? Lamentablemente no hay en el país una auditoría social independiente que pudiera certificar lo que dice el Gobierno y avala la Unesco, acerca de que Nicaragua está libre de analfabetismo. Pues, como muy bien lo sentencia el refrán: en boca del mentiroso hasta la verdad se vuelve dudosa.
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1 comentario:
Está muy bién la información. Se agradece.
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