jueves, diciembre 31, 2009

FAMILIA Y LIBERTAD

La Iglesia católica celebra en estos días —desde el 27 de diciembre hasta el 3 de enero próximo—, la Semana de la Familia, durante la cual realiza distintas actividades en las que reafirma su rechazo incondicional al aborto en cualquiera de sus formas, así como manifiesta su respaldo también absoluto al matrimonio natural, es decir, entre hombre y mujer, como fundamento de la unión familiar.

Acerca de esta festividad el Obispo Auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, escribe en su Comentario a la liturgia de la Palabra , correspondiente al domingo anterior, cuando se inició la semana dedicada a la familia, que: “La fiesta de la sagrada familia de Nazareth es una oportunidad para iluminar la vida de nuestras propias familias a la luz de la Palabra de Dios”. Agrega el prelado católico nicaragüense que “la familia es un signo de amor en medio de un mundo tantas veces dominado por el odio y la división, pero es también una realidad frágil, inmersa en una sociedad a menudo desorientada en los verdaderos valores y víctima tantas veces de dramas económicos y sociales”. Y explica monseñor Báez que “el honrar a padre y madre supone afecto y ayuda, respeto y amor hacia los propios progenitores, aún en el ocaso de la vida, durante la vejez, cuando las energías biológicas e intelectuales disminuyen. El padre y la madre serán siempre un signo vivo del amor y la vida de Dios en el mundo”.

Evidentemente, el culto a la familia se sustenta en un valor ético-religioso de profunda y primordial significación. Y no sólo en la fe católica sino que prácticamente en todas las religiones del mundo. Pero la alta consideración y estima de la familia se funda también en principios ético-sociales de carácter laico o civil, los cuales deben ser cultivados y respetados con igual devoción por los ciudadanos y la sociedad.

En realidad, la familia es una condición tácita de la libertad, de la democracia, de la justicia, de la paz y la prosperidad. Debido a ese entendimiento es que la defensa de la familia ha sido, es y será siempre uno de los principios fundamentales del Diario LA PRENSA. El compromiso de este Diario de los Nicaragüenses con la defensa de la familia como una cuestión de principios, fue planteado y resumido por el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, nuestro Director Mártir, cuando escribió que: “El hombre es la base sobre la cual se forma la familia, que es a su vez la base de la Patria. No es el Estado lo primero; no es la expresión jurídica de una sociedad la más importante en un sistema democrático, sino que son primero el hombre y la familia que éste construye, sin sujeción a planificación estatal alguna”.

Estos conceptos los expresó el doctor Chamorro Cardenal a principios de diciembre de 1964, en una serie de tres editoriales que escribió a propósito de que el Presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, al tomar posesión de su alto cargo el 1 de diciembre de ese año exaltó en su discurso inaugural la trascendental importancia de los valores familiares. Aquellos escritos fueron publicados nuevamente en enero de 1966, dada su gran importancia y con motivo de la visita oficial que Díaz Ordaz realizara a Nicaragua.

De manera que la defensa y protección de la familia no es una obligación que compete sólo a la Iglesia católica y demás denominaciones cristianas o de cualquier otra fe religiosa. Todos los ciudadanos conscientes de su responsabilidad cívica y patriótica están obligados a defender y fortalecer la institución familiar, pues, como dijera el Nuncio Apostólico en Nicaragua, monseñor Josef Nowacky, en su homilía del domingo pasado en la Catedral de Managua, “la familia es parte constitutiva de la persona humana… en la familia aprendemos a ser personas, aprendemos a crecer, (y) a salir de la estrechez del yo egoísta para abrirnos a la amplitud del nosotros”.

Ciertamente, la familia no sólo es el núcleo fundamental de la sociedad humana sino también la escuela en la que se cultivan los mejores sentimientos. Las personas que pertenecen a familias estables y unidas, por lo general son las que más aman la libertad, prefieren la democracia y son o tienden a ser más justas y respetuosas del derecho de los demás. Por el contrario, quienes forman parte de familias disfuncionales o carecen de ambientes familiares, son más propensos a ser atrapados por la violencia social y aceptar las formas más autoritarias de gobierno.

Una sociedad libre se compone necesariamente de personas que quieren vivir en libertad. Y el amor a la libertad es un valor que se cultiva en primer lugar en la familia. Por eso el “Papa de la Libertad”, Juan Pablo II, escribió en su Encíclica Familiaris Consortio que: “El futuro de la humanidad se fragua en la familia”.

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