Todo éste tiempo he querido desconectarme de la aspereza de nuestra cotidianidad para sumergirme en pensamientos espirituales que me permitan estar más acorde con todo el simbolismo de ésta temporada. Sin embargo ahora que he terminado ésta obra que cuenta con más de 400 piezas y ochenta fuentes de luz y que les espera todos los días de 6 a 10 de la noche del Hospital Fernando Vélez Paíz 4 cuadras y ½ arriba, sin distingo de credos religiosos, ideologías políticas o colores partidarios, veo que todo sigue igual y que los que más deberían dar el ejemplo siguen hablando con la dureza de quienes no tienen ni corazón ni sinceridad.
Estamos bajo el influjo de una temporada de amor y sabiendo todos que estamos saliendo de un año difícil y complejo y que estamos a la puerta de otro que será peor y mucho más angustiante, lo menos que podemos hacer es una profunda reflexión sobre nuestros actos y determinar qué hicimos, qué no hicimos, qué dejamos de hacer y qué podemos hacer para convertirnos en contribuyentes de acciones benéficas que no sean el fin de un interés personal que busque contrariar el pensamiento de la gran mayoría de nuestros ciudadanos.
En estos días es común hablar de paz y de amor, de perdón y reconciliación , de unidad y esperanza y eso es bueno porque en términos generales eso es la navidad aunque no dejen de existir aquellos que la confunden con compras, con regalos, con fiestas de fin de año y otras cosas que desnaturalizan el concepto místico de la época de adviento que es la preparación espiritual de hombre para recibir la conversión en la escala de valores y dar el salto a la humildad y reconocer que aquel que siendo Hijo de Dios nació en un establo en la pobreza de un pesebre para hacernos ricos a nosotros y que no contento con ello murió 33 años más tarde para salvarnos de nuestros pecados.
Hoy a nombre del espíritu de la navidad se están haciendo muchas cosas. Algunas de ellas tan multitudinarias como las necesidades mismas. Sin embargo no es la muestra pública de lo que se entrega con el dinero ajeno, ni la imposición de actos de fe, ni las ferias costosas y pomposas las que agradan en este tiempo sino la sinceridad del corazón del hombre cuando a través de sus hechos, más que de sus palabras, propone cambios y transformaciones.
Ahora mismo necesitamos borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño. Quitarnos las máscaras que usamos a diario. Cortar todo aquello que nos impida crecer. Volar alto y cantar como los pájaros con libertad. Necesitamos correctores visuales para observar con amor al prójimo y a la naturaleza creada por Dios. Todo eso significa en lo fundamental tener capacidad para pedir perdón y darnos la oportunidad de crecer de nuevo o de reinventarnos.
Si la navidad es una temporada de amor realicemos que su expresión es el perdón. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que por pedirlo o concederlo estés de acuerdo con lo que pasó y menos que lo apruebes pero es dejar de dar importancia a cosas que sucedieron, que no tienen remedio y que te lastimaron. Es dejar a un lado pensamientos dolorosos que causaron enojo. Pedir perdón es romper cadenas que te sujetan. Es una renovación diaria para fundamentar que la navidad no es una fecha que conmemorar sino un presente que vivir.
La navidad es una época de desprendimiento para compartir lo que es nuestro. Ningún efecto causamos cuando aparentamos nobleza con lo que no nos pertenece y menos cuando decidimos hacer felices a las multitudes manipulando la fe de los necesitados. Ante los ojos del Creador es más generosa la actitud de aquel que con sus propios recursos hizo un altar Mariano en su casa para gritar a la Virgen, que la fastuosidad escénica montada en la avenida Bolívar donde la gente, con más hambre que devoción, fue obligada a dar demostraciones de fe que no sentía.
No digo con lo anterior que sea malo satisfacer tanta necesidad en nuestro pueblo pero encuentro contrario al espíritu de la navidad el elemento manipulador con fines políticos y electorales sobre todo cuando la continuidad en el poder está profundamente cuestionada por una sociedad que aspira a una nueva forma de ver las cosas para construir su propio Nacimiento.
Si vamos a vivir el Nacimiento del Hijo de Dios como un encuentro histórico entre El Creador y los hombres que sea con el corazón abierto. Si vamos a vivir la navidad como un compromiso con los pobres de todo el mundo que éste no sea proselitista, que no motive el cochino interés político o levantar la imagen caída del poderoso. Si vamos a sufrir la navidad como las cien mil personas que todos los días mueren de hambre hagámoslo defendiendo la vida creando espacios de paz para generar riquezas y no odios que representen la muerte. Gocemos la navidad como un regalo de Dios generando felicidad y no conflictos. Que todo aquello que salga por nuestra boca no sean más mentiras repetidas porque de todas formas no importa el disfraz que nos modelen, siempre sabremos quien juega detrás de las máscaras.
Finalmente me preparo como todos, independientemente de la crisis que nos afecta, a celebrar la navidad, a festejar el cumpleaños del Dios que se nos hizo hombre para la salvación de nuestros pecados. Yo espero y deseo que hagamos esa gran fiesta en nuestro corazón y que cada uno de nosotros vea realizados sus anhelos y más que riquezas encontremos paz.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
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