Rumania está celebrando en estos días el veinte aniversario de la revolución democrática que derrocó a la dictadura comunista conyugal de Nicolae Ceacescu y su mujer, Elena Petrescu, a quien el pueblo llamaba “la condesa Drácula”. Y es que a Rumania pertenece la región de Transilvania, escenario de las terroríficas andanzas del Conde Drácula, el imaginario hombre vampiro cuyo castillo construido en 1378 es ahora un gran atractivo turístico.
En realidad, la revolución democrática rumana de diciembre de 1989 puso fin a una draculesca dictadura, como era el régimen conyugal de los Ceacescu, el cual se prolongó durante 22 años de los 42 que duró la tiranía comunista en ese país de Europa Oriental. Y seguramente por eso mismo, la revolución anticomunista de Rumania fue la única que tuvo que ser violenta y sangrienta, entre todas las revoluciones democráticas que se realizaron en 1989 en los antiguos países comunistas de Europa del Este.
Ciertamente, mientras en los demás países de Europa Oriental las dictaduras comunistas cedieron el poder ante el empuje de las grandes manifestaciones pacíficas y cívicas de la población, al grado de que en Checoslovaquia se le llamó eufemísticamente como “revolución de terciopelo”, en Rumania, por el contrario, Nicolae y Elena Ceacescu ordenaron a la policía y el ejército disparar contra el pueblo...CONTINÚA INFORMÁNDOTE.
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