jueves, febrero 04, 2010

ASI PENSAMOS. LA INDUSTRIA DE LAS TARJETAS DE CREDITO.

Por: Moisés Absalón Pastora.

Una de las particularidades en la competencia bancaria es sin duda la tarjeta de crédito. De estas existen en diferentes rangos y modalidades para satisfacer los gustos más exigentes, partiendo claro de la capacidad de ingresos de cada quién. La introducción de las mismas comenzó allá por los años setenta. En aquel tiempo la lógica desconfianza de un mercado que desconocía su sistema operativo impidió la aceptación masiva, hasta que en 1979 vino lo que vino y por supuesto desaparecieron porque entonces eran productos de la sociedad burguesa y capitalista y así quedó limitada a la circulación de una doméstica Credomatic que no se aceptaba en cualquier parte, no tenía validez internacional y quienes la portaban eran privilegiados que en la inmensa pobreza eran por lo general los dirigentes de la llamada revolución o gentes de las pocas que existían con algún recurso, pues los requisitos para adquirirla eran sumamente serios, ya que los que monopolizaron el negocio tampoco iban a ser dundos para exponerse a la quiebra.

Iniciada la década de los noventa cuando el Sistema Financiero Nacional desapareció para dar paso a la banca privada las tarjetas de Crédito, ya no solo Credomatic, sino que Master Card, Visa, Discovery y otras comenzaron a introducirse otra vez con mucha timidez pero con fuerza y el respaldo necesario para usarlas internacionalmente y desde entonces ha sido un negocio tan boyante que ahora se reparten como agua en cualquier esquina.

Ahora los requisitos no son tan estrictos. Llenado el formulario de solicitud la aceptación para el tarjeta habiente es casi automática. En ese sentido el cuadro económico de quien la requiere ya no es tan importante y hasta aquellos que tienen ingresos del hasta menos de los 1,500 córdobas mensuales, puede tener su tarjeta siempre y cuando exista el respaldo de un fiador solidario en la mayoría de los casos pues hay bancos que las extienden hasta sin ese requisito en el contenido de sus permanentes promociones.

Lo anterior dejémoslo como introducción al tema y partamos de que no está mal que existan las tarjetas de crédito. Después de todo quiénes las usamos ya hemos salido de algunas emergencias gracias a ellas. Sin sabiendo que vivimos en una sociedad de consumo, aspecto por demás progresivo, debemos tener mucho cuidado con el uso de las tarjetas de crédito ante la inexistencia aun de una ley de beneficio legítimo al usuario y ante la aceptación nuestra a la hora de adquirirlas cuando firmamos el contrato pues de todas formas si algo no nos parece eso no está sujeto a discusión simplemente optamos por una de dos; o sí o no.

El asunto es que las tarjetas de crédito nos pueden salvar o nos pueden hundir de acuerdo al criterio que les apliquemos. Los que las expiden no tienen ningún problema porque nunca perderán pues de previo a cualquier contratación están asegurados. Los que pueden o podemos tener problemas somos quienes las usamos para financiarnos, atraídos por los pagos mínimos sobre los cuales hay que tener una disciplina y control absoluto para no montarnos sobre ellos creyendo que de alguna forma con la cuota mensual estamos amortizando la deuda principal sin saber que lo que mayormente pagamos son intereses.

Los Bancos, tiendas o empresas en Nicaragua que expiden tarjetas de crédito, viven como en cualquier otra parte del mundo de los intereses, con la diferencia de que aquí se añade el deslizamiento de la moneda, al manejo de la cuenta, los intereses por mora y a otros rubros que hacen difícil cancelar la deuda una vez que ésta ha llegado al límite. Por encima de eso año con año nos obligan a pagar la renovación de las tarjetas de Crédito si uno lo permite. Todos los que las tenemos hemos recibido en la facturación el cobro de 50 dólares por la nueva tarjeta cuando a ellos no les cuesta ni el dólar la confección del plástico y a eso llamo yo un negocio redondo a costa de los miles de usuarios pues mientras para nosotros es un cúmulo más al detalle de la facturación, para ellos es una millonada de Córdobas sin esfuerzo alguno que solo trasladan digitalmente al centro madre de la red computarizada y creo que en ese sentido deberían al menos tener algunas consideraciones para los tarjeta habientes que han mantenido una tradición de pago impecable. Sin embargo eso lamentablemente no está en los números fríos de los banqueros.

Otro aspecto ingrato de los Bancos que nos la ponen de oro para que caigamos en la trampa de las tarjetas es lo que hacen con los fiadores. Los fiadores son firmas solidarias que muchas veces se estampan para certificar la honradez de una persona que desea un crédito, pero muchas veces ocurre que la confianza se traiciona y los que vinieron a pedirnos el favor se irresponsabilizan, no cumplen con sus obligaciones y al final terminan dejando en la calle al que le extendió la mano o en otros casos los mandan a la cárcel.

Esto por supuesto no es nuevo. Yo entiendo que si avalo a una persona con mi firma para que se le otorgue un crédito es porque creo en ella y si me traiciona o me queda mal no hay más que pagar el riesgo que tomé estampando mi firma, porque también pude haberme negado a ello y de eso estoy claro. Sin embargo sé de un caso sucedido amigo que hoy se las está viendo de a palito, no tanto por la puñalada que le propinó el ingrato que un día le pidió ser su fiador, sino de la irresponsabilidad de la empresa que expidió al solicitante la tarjeta de crédito. Esta empresa que por hoy no mencionaré nunca comunicó al fiador del tarjeta habiente que la Visa en uso de éste permanecía sobregirada y que los abonos no eran consecuentes con la mora acumulada y la misma empresa, que bien pudo monitorear con otras similares a ella el comportamiento de pago de quien hacia derroche con el crédito, no solo se quedó callada, sino que además en un acto de suma irresponsabilidad hasta le subió el límite de crédito de dos mil a cinco mil dólares, pues al fin y al cabo quien expedía sabía perfectamente que oh pagaba el que derrochaba o pagaba el pobre fiador que estaba con sus orejas frías.

Por supuesto el verdadero deudor a éstas alturas como lo que es, un delincuente, se fue del país y la víctima el fiador que nunca supo nada, porque jamás lo llamaron anda con una mano atrás y otra adelante tratando de resolver semejante perno y es ahí donde uno se pregunta quien defiende ante estas cosas, por qué la Asamblea Nacional no legisla de una buena vez por todas en función del tarjeta habiente, por qué no se oye realmente la demanda ciudadana por una ley que los proteja como debe ser porque la que por ahora existe se queda enormemente corta y si satisface a alguien es solamente a la sociedad bancaria.

Como dije al comienzo las tarjetas de crédito no son malas porque salvan, pero lo que sí definitivamente está mal es el sistema y tan malo que ahora ciertas casas comerciales y hasta restaurantes aceptan tarjetas de crédito siempre y cuando uno permita que sobre la facturación neta de lo que se compre o consuma se añada el cobro de un 6% que no es otra cosa que el cobro que hacen los bancos a esos restaurantes o centros comerciales, que al verse esquilmados esquilman también al cliente y así la cadena se vuelve un verdadero chorizo.

Nuestra reflexión entonces va dirigida a todo ciudadano que sea usuario de las tarjetas de crédito y más aquellos que por vanidad, fachentada o hasta ignorancia creen que entre más tarjetas tienen más importante son, pues sé de algunos que hasta se empinan cuando orgullosamente nos muestran las enormes ristras de Visas, Máster Card, Credomatic u otras. Eso no los hace más importantes, los hace más deudores y los únicos que sacan ganancias de ello son los bancos que las extienden.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

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