Este fin de semana se me acercaron varios ex compañeros de lucha de la “contra” para decirme que están hartos, que ya fue suficiente y que llegó el momento de pasar de las palabras a los hechos, porque no es posible seguir permitiendo los abusos de una dictadura en pleno desarrollo que avasalla y que únicamente entiende de un solo lenguaje; La voz del fusil.
Esa conclusión no es extraña. Tiempo atrás, desde que las manifestaciones del orteguismo fueron siempre el golpe sobre la mesa, dijimos que se estaban imponiendo las condiciones para una guerra porque ese era el oxígeno que la prostitución gobernante necesitaba para terminar de establecer un régimen de terror más refinado que el de la década de los ochenta para construir un paraíso tan hermoso e igual que el de Cuba.
Desde mi punto de vista las condiciones para una guerra están dadas y comparto plenamente con esos “contras” que la insaciable sed de poder del orteguismo llegó al tope. No les bastó el mundo de corrupción creado para servirse absolutamente de Nicaragua a vista e indignación de todos, sino que además desmontaron la institucionalidad que tanto costó construir para someter a la autoridad a sus pies y así robarse elecciones, limpiarse el trasero con la constitución y gobernar por decreto, solo para mencionar los ejes centrales de una inmoralidad mayor que por mucho menos que eso, si hubiésemos estado en Honduras por ejemplo, ya hubieran sido no solo depuestos, sino que además fusilados, incinerados y sus cenizas tiradas a las cloacas donde habitan los bichos ponzoñosos.
Esta vulgar y vergonzosa dictadura que tenemos encima, pero que nos la vamos a sacudir con el desprecio que se confiere a las alimañas, se está lanzando contra el liderazgo democrático del país y viene decididamente sobre Arnoldo a quien se lo llevan preso por juicios exhumados del cementerio en los que no tiene responsabilidad y después sobre Eduardo que le hará compañía tras los barrotes porque los cuatreros magistrados rojo y negros de la Corte Suprema de Justicia, al servicio de Ortega, de la misma manera que decidieron que su jefe puede reelegirse y de la misma manera que avalaron el “decretazo” van a inventar una sentencia de “indolencia” a través de la cual desaforarán a Eduardo Montealegre porque por la vía de la Asamblea Nacional no se puede ni se podrá porque la disposición es que nunca más la cabeza de un demócrata será servida en bandeja a los maquiavelismos políticos de los enemigos de la libertad.
Hay tres frases que me han marcado en los últimos tres años; “Solo el liberalismo vence al liberalismo”, “El orteguismo llegará hasta donde nosotros se lo permitamos” y “solo Daniel puede unir al liberalismo”. Nos quedó demostrado en el 2006 que nos vencimos a nosotros mismos y que los resentimientos tiraron por la borda la democracia que habíamos construido. Nos quedó demostrado que el orteguismo avanzó en la consolidación dictatorial todo lo que nosotros le hemos permitido al dejar que zorros del mismo piñal disgregados en la llamada sociedad civil asumieran el rol que nos corresponde o por no haber denunciado con fuerza a los mercenarios y a los Judas que comen en el mismo plato de los enemigos de la libertad.
La tercera frase es “Solo Daniel une al liberalismo”. Esta es máxima perfecta porque aquello que no se pudo por la vía política o ideológica se está logrando, y ahora sí, como un lógico mecanismo de defensa de la vida frente a la muerte. Las estupideces cada vez más frecuentes. El grado de incidencia de cada una de esas aberraciones del poder sobre la nación. La negación de todas las libertades. El rostro malcriado de la prepotencia en cada uno de los funcionarios y agentes del orteguismo. Los golpes sobre la mesa para demostrar quien manda. El altisonante planteamiento de que estás a favor o en contra mía. El absolutismo de creerse dueños de las calles. El monopolio sobre los medios de comunicación para aniquilar el pensamiento crítico. La alianza visible con el ejército y la policía para hacer lo que se les venga en gana y ahora la persecución política contra Arnoldo Alemán, a quien ya ven tras las rejas otra vez, son entre muchos elementos más suficientes razones para que el liberalismo se una gracias a las imbecilidades de Daniel Ortega.
Este pasado viernes por fin salió humo blanco y aquello que ya se pintaba como inalcanzable sucedió. El liberalismo pasó de las recriminaciones a la acción y cerrando puertas a quienes son enemigos de ella decidieron ponerle fecha y música a la fiesta de manera qué vamos juntos hacia la constitución de un nuevo partido donde todos seremos parte de un mismo cuerpo para establecer los mecanismos que permitan una fuerza sólida como plataforma de un gran bloque democrático que va a sacar de donde está a un Daniel Ortega que siendo inmerecidamente presidente de Nicaragua nos crispa la existencia a todos por llevar al país al desaparecido mundo de las cavernas.
Frente a la dictadura un liberalismo unido. Frente a las amenazas de guerra un bloque de paz. Que sean ellos ahora quienes sufran las consecuencias de sus maldades porque ahora la oposición será oposición y no tendrá más voces dispersas. Ni habrá espacios para agentes infiltrados ni para francotiradores contra la unidad.
Ahora sí la comunidad internacional podrá ver que la democracia en Nicaragua tiene defensores y que allanado el camino para la conformación de un gran bloque por la libertad tendremos el apoyo moral y económico -porque no- para retomar esas calles, para plantarnos en ella y con nuestra frente altiva decir al mundo que nacimos libres y que para seguir siendo libres y luchar por nuestra nación, por nuestra patria, no necesitamos el permiso de nadie para pensar, hablar y movilizarnos por donde queramos y menos aun de un dictador vulgar y obsoleto que santificó a todos los Somozas juntos en términos de dictatoriales, de corrupción, de nepotismo, de competencia desleal contra la empresa privada, de violación a los derechos humanos y claro persecución política, tortura y asesinatos.
Pase lo que pase, suceda lo que suceda, el liberalismo no debe ceder a los chantajes del dictador. La desesperación por no ver consumados sus caprichos y demostrar al mundo quien manda en Nicaragua, lo vuelve más loco de lo que por naturaleza es y lanza zarpazos indiscriminados y ese estado de frustración hace que se hunda más en la pileta de estiércol que representa esa farsa de reconciliación y unidad nacional que vergonzosamente avala Miguel Obando y Bravo que atrapado en la telaraña roja y negra borró de un plumazo el agradecimiento que todos en algún momento le merecimos pero que ahora se traslada a esa galería de ignominia donde las máscaras se caen y cada quien termina desnudado como lo que es y en éste caso quien fuera en su oportunidad el pastor de la Grey católica nicaragüense hoy se nos pinta sin sotana y como un hombre común y corriente lleno de debilidades y secretos que no son tan secretos pero que están en boca de todos aquellos que olfateamos donde está escondida la verdad que supuestamente nos oculta.
La unidad, que puede evitar llevarnos al aparatoso estruendo de la guerra, para que nadie tome decisiones aventuradas por no ver que la oposición asume su rol, debe proyectar obviamente la voluntad política de las partes por agarrarse seriamente de las manos, pero además de eso trasladar a la ciudadanía una fortaleza titánica para ser contestes firmes e inmediatos de cada una de las aberraciones paridas por la dictadura y en ese sentido actuar no solo a través del pronunciamiento o el manifiesto de esos que se empinan cuando dicen yo soy del “Comité Ejecutivo Nacional”, sino que más allá de sentirse como “vacas sagradas” tengan la capacidad de movilizar gentes, de entusiasmar a los jóvenes y de poner piquetes de protesta en cualquier parte y a la hora que sea necesario porque solo así retomaremos las calles, entusiasmaremos a los que nos demandan acción, responderemos a los que nos llaman timoratos y lo más fundamental es que fortaleceremos desde la raíz los verdaderos liderazgos que en su amplio universo no han dado lo que son por esa unidad de propósitos que hasta ahora asoma en el cielo de nuestras esperanzas
La dictadura orteguista no puede quejarse absolutamente de nada. El fascista de Daniel Ortega no puede decir que no lo dejaron gobernar. Por el contrario con la complicidad del ejército y la policía se ha dado el lujo como nadie que se haya llamado presidente de Nicaragua de limpiarse literalmente el trasero con la constitución de la república. No puede decir que hubo una conflagración institucional para lanzar en su contra una conspiración porque por el contrario él las usó como instrumento totalitario de su poder involucrando así a muchos altos cargos en las estructuras del estado que tarde o temprano, mañana o pasado mañana, van a tener que responder por sus actos y por no hacer cumplir las leyes como corresponde.
A partir de mañana el liberalismo podría contemplar seriamente no concurrir al segundo robo electoral que el orteguismo ya consumó en el Atlántico Nicaragüense éste 7 de Marzo. A partir De mañana cuando la canallada venga por Arnoldo Alemán, seguramente al frente de ella Aminta Granera y se lo lleve preso, se podrán escuchar las voces libertarias condenando la dictadura pero con una fuerza tal que la expansión del verbo traspasará las fronteras para nutrirnos del valor que la división nos había arrebatado.
Aquí en Nicaragua con la unidad del liberalismo comienza a morir una locura. Aquí en Nicaragua el ímpetu rebelde de la libertad contra la esclavitud se puso en pie y no vamos a decir que esto será una lucha de David contra Goliat. Ahora no hay Goliat. Los que están en el poder son enanos; son pigmeos; son más minorías que en el 2006; son abandonados de su propio clientelismo; Son vulgares sin Dios a los que el destino ya les tiene escrito su epitafio: “Fracasados y arrasados por su propio poder”.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
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