sábado, agosto 18, 2007

LULA Y CHÁVEZ...


El socialismo que impulsa el presidente brasileño Luiz Inácio (Lula) da Silva es algo muy distinto al "socialismo del siglo XXI" de Hugo Chávez. Las diferencias entre uno y otro proyecto no son sólo de forma sino también de fondo.

Lula promueve una justicia social con democracia. Chávez una dictadura personal y exclusiva. Lula busca el diálogo político, inclusivo y respetuoso. Chávez receta balas a los que difieren y se oponen a sus disparates y no siente la necesidad de dialogar con ellos porque detesta tener que explicarse o dar razones de sus actos. Lula promueve un programa económico responsable, basado fundamentalmente en el crecimiento sostenido de la producción. El Gobierno de Chávez, en cambio, carece de un programa económico coherente y hace depender la economía de su país de la producción de petróleo, algo que a mediano y largo plazo será de consecuencias catastróficas.

El Gobierno de Lula promueve la justicia social por medio de programas de apoyo a los pobres que les ayuden a ser individuos independientes. Chávez, en cambio, les hace regalías para mantenerlos en un estado de dependencia que contribuye a fortalecer su régimen. Como dice Domingo Alberto Rangel —un comunista venezolano de larga trayectoria— Chávez "busca convertir a Venezuela en un país de mendigos y obedientes".

Lula respeta la independencia de los poderes del Estado y garantiza la autonomía del sistema electoral. Chávez, en cambio, ha puesto a sus títeres al frente de los poderes del Estado venezolano, para garantizarse un control absoluto del país y buscar la reelección indefinida y la eliminación de cualquier oposición. En este sentido, la tendencia del Estado brasileño es a la descentralización; la del Estado chavista es a la centralización y concentración de todo el poder en un líder único y en un solo partido.

Aunque en Brasil hay corrupción, como en todas partes del mundo salvo muy honrosas excepciones, los tribunales brasileños juzgan y condenan a los que son hallados culpables de este delito. En cambio, en Venezuela —como en Nicaragua— el Gobierno los nombra embajadores. El presidente Lula no se inmiscuye en los asuntos políticos internos de las demás naciones. Chávez, en cambio, es un intervencionista por excelencia y utiliza petrodólares -se calcula que ha usado a la fecha unos 33 mil millones de dólares- para financiar campañas electorales y comprar aliados en América Latina (Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina). Recientemente un funcionario chavista fue detenido en Argentina con un maletín que contenía casi un millón de dólares, probablemente, un "financiamiento político" o pago de fidelidad.

Lula promueve la producción de biocombustibles como fuente energética alternativa al petróleo, el cual no sólo mina los presupuestos de los países pobres de América Latina sino que contribuye a la dependencia y a la contaminación ambiental. El impresionante éxito de los biocombustibles en Brasil demuestra que la idea es viable sin que los pobres se mueran de hambre por falta de alimentos. Chávez, en cambio, espera que el barril de petróleo alcance los cien dólares en el mercado internacional para que los países del mundo queden más empobrecidos y más dependientes de los productores de crudo asociados en la OPEP, como Venezuela.

Todos estos diferentes enfoques tenían que desembocar en un distanciamiento entre Lula y Chávez, el primero lleno de sueños realistas; el segundo lleno de delirios. Dicho distanciamiento se puede notar en dos hechos concretos: en el reciente rechazo de Brasil al Banco del Sur y en el retraso del congreso brasileño -y asimismo del congreso de Paraguay- para aprobar la adhesión plena de Venezuela al Mercosur. En efecto, el Presidente brasileño declaró que su país "no sabe muy bien para qué podría servir el Banco del Sur" y su ministro de Hacienda, Guido Mantega, afirmó que "Brasil no es un país que se adhiere. Brasil participa en condiciones de igualdad, dentro de un proyecto que nos interese, en base a principios bancarios legítimos, modernos, o no participamos". Brasil prefiere fortalecer los mecanismos financieros ya existentes en la región y no propiciar la creación de los que algunos llaman "el banco de Chávez".

Finalmente, el Presidente brasileño ha invitado a México a que se adhiera al Mercosur, pero ve con recelo la adhesión de Venezuela.

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