martes, noviembre 10, 2009

HOLOCAUSTO EN NICARAGUA.

He tratado una y mil veces de interpretar lo que pasa en Nicaragua y siempre termino preguntándome qué nos pasó. Veo el retrovisor, me detengo en 1979, repaso la historia, la interpreto y me doy cuenta que ciertamente somos un mundo de conflictos, que como apasionados de la política siempre hemos estado en crisis, pero cuando llega el momento de aquel 19 de Julio no hay como equivocarnos: La maldición llegó.

Los nicaragüenses nunca fuimos los que somos. Un amigo decepcionado por nuestro presente me decía que él tiene una solución para Nicaragua. Según él aquí nuestros problemas terminaran cuando una bomba atómica nos borre del mapa y cuando las gentes, hartas de nuestros pleitos, independientemente de quien tenga la razón, nos persigan como hicieron los judíos contra los nazis, después del fin de la segunda guerra mundial, hasta que no quede uno de nosotros porque donde hay dos nicas juntos no hay paz, no hay convivencia, no hay armonía y todo lo que está en el entorno lo maleamos.

Esa es la percepción que el mundo tiene de nuestra realidad. Nos ven como bárbaros, como unos salvajes, que solo y únicamente, podemos dirimir nuestras diferencias a balazos y a garrotazos y que a punto de llegar al canibalismo nos encontramos en la antesala de una guerra que desgraciadamente está encontrando asidero porque aquí el derecho y la razón no existen.

La comunidad internacional sabe que es lo que percibe pero desgraciadamente por unos estamos pagando todos. Al arribar al 9 de Noviembre, un año después del robo descarado que el orteguismo hizo de las elecciones municipales, Nicaragua nuevamente se desangra porque la intransigencia y la intolerancia, propia de la dictadura no solo no acepta que consumó el fraude más documentado de nuestra historia, sino que además no solo saca vulgarmente la lengua al pueblo que fue defraudado, sino que por añadidura, en la respuesta que tiene para cada cosa, como dijo Lenin Cerna, no dejan ni una pulgada de calle para que los agraviados manifestemos la mucha de la inagotable dignidad que tenemos para decirle al monstruo, al miedo, que no permitiremos que se alimente de nuestros temores y que ellos están encendiendo la mecha de un polvorín que estallará no sobre las elecciones que Daniel Ortega y Roberto Rivas se robaron sino que sobre la estructura de la dictadura oprobiosa que construyen.

Las escenas dantescas que vimos por televisión donde los sicarios de Daniel Ortega atacaban a los liberales en Nagarote porque estos últimos señalaban a los ladrones de la voluntad popular en ese municipio: Esos que siguieron hasta la misma Plaza el Sol a un grupo de jóvenes que se manifestaban frente al Consejo Supremo Electoral y que quebraron los vidrios de la misma sede nacional de la policía: Los sucesos en la rotonda Rigoberto López Pérez donde un salvaje sacó un arma para intimidar a Eduardo Montealegre y al grupo que le acompañaba, son hechos bochornosos que veremos con más frecuencia en los próximos días porque esa será la reacción cobarde de la dictadura frente a una insurrección cívica que crece como espuma en la medida que la brutalidad hace lo suyo.

No hay duda Daniel Ortega sabe que está perdiendo el control de las calles. Es cierto que ante la superioridad numérica los que le perdieron el miedo salen en carrera en defensa de sus vidas pero eso no los hace cobardes. Por el contrario el hecho de saberse en desventaja, en la indefensión total porque la policía no los protege, por el contrario cubre a los pandilleros, eso los hace valientes guerreros a los que hay que emular porque se enfrentan al poder, a la soberbia y a la intolerancia sin más recursos que el deseo de ser libres frente a una dictadura que miserablemente cree que por tener todos los recursos del presupuesto a disposición y utilizarlos contra el adversario, al que trata como enemigo, las tres cuartas partes del país, ya nos atemorizó y nos hizo declinar.

El nazi fascismo casi extingue a los judíos. De la misma manera, Daniel como dictador, quiere hacer lo mismo con nosotros los demócratas. Aquellos fusilaron y usaron cámaras de gas pero éste gallo “ennavajado” que va por el robo de las elecciones del 2011, que ya uso métodos parecidos en la década de los ochenta, quiere ahora desde el retorno al poder, ahorrarse la pestilencia de los cadáveres e imponernos un proyecto a través del cual se asesine nuestros pensamientos para ponernos en fila a todos, para que lo veamos como Dios y le agradezcamos las migajas y desde su trono nos lance lo que quiera en la medida de lo sumiso o serviles que podamos ser.

Los nazis en el holocausto les arrancaron la vida a los judíos pero en la plena modernidad de nuestros tiempos Daniel Ortega nos arrebata la libertad. Nos amenaza todos los días. Nos niega el derecho a organizarnos y manifestarnos. Poco a poco nos empuja al abismo para que caigamos o aceptemos su garra salvadora para invitarnos a ser parte del infierno que construye a base de nuestros miedos a fin de eternizarse en el poder con la complicidad descarada de algunos hijastros de Nicaragua que tarde o temprano tendrán que pagar.

Hay gentes que me han confesado sentirse reducidas a la impotencia porque creen que nuestra causa está perdida. Porque ven en las instituciones públicas una partidarización política militar que lo único que pinta es un estado de sitio y para colmo una oposición que luce pintada y cansada de no hacer nada pero que comienza a reaccionar en la medida que las sensatez cierra los espacios a los discursos necios que atentan contra la unidad y que se destapan como aliados del dictador.

La recomposición en la relación política entre Arnoldo Alemán y Eduardo Montealegre: El criterio de otros sectores ajenos al liberalismo para realizar que solos no vamos a ningún lado: La incorporación a éste esfuerzo de sandinistas de principios en oposición al orteguismo oportunista: La visión distanciada del mundo en sus relaciones con Nicaragua por el fraude del año pasado son elementos que han legitimado no la toma de las calles sino la aparición de diversas manifestaciones de protestas en cualquier parte del país que cada vez son más y sobre las cuales la dictadura no tiene ningún control.

La modalidad ha cambiado. Ya no se anuncia que una determinada protesta se estará expresando en tal lado. Ahora el piquete, la pancarta, el afiche y la pinta, la guerra de guerrilla de la resistencia civil, pacífica y Ghandiana puede ser en cualquier parte y las turbas atilianas no pueden ni podrán contra eso. Hoy los impotentes son ellos y por eso escuchamos en las peroratas de Daniel ascender el improperio en contra de la razón y por eso las agresiones de todo tipo porque la dictadura quiere esconder sus chanchadas, quiere tapar con cuitas sus excretas y de ahí tantas estupideces cometidas y lanzadas a las calles con morteros, pasa montañas y ahora con pistolas porque prefieren que hablemos de eso y no del fraude y no del golpe de estado que los magistrados rojo y negros de la Corte Suprema de Justicia le dieron a la constitución al allanar el camino para la reelección inmerecida del dictador Daniel Ortega.

El régimen policiaco y autoritario miente y calumnia porque esa es el arma más poderosa de los cobardes y como la cobardía es la venda sobre los ojos de la razón entonces deducen que su poder está en la prepotencia y la arrogancia de la que hacen gala todos los días en cualquier momento y en cualquier parte. Eso sin embargo no los hace los fuertes que creen ser. Por el contrario es el síntoma evidente de la debilidad y la desesperación y esa es la señal en la que debemos ver nuestro poder. Nuestra arma es exponerlos. Es desnudarlos en todos los planos como lo que son. Es decir a los cuatro vientos que somos la mayoría y que frente al holocausto nos cubrimos con el auxilio de Dios y con el respaldo de todo un mundo que sigue paso a paso la lucha por nuestra libertad.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.


Moises Absalon Pastora

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