sábado, noviembre 14, 2009

LO QUE CAYÓ CON EL MURO



BITÁCORA DE GIOCONDA BELLI
10:49 - 10/11/2009

El 9 de Noviembre cayó el muro de Berlín. El estruendo del desplome de ese símbolo de separación entre los alemanes del Este y del Oeste, resonó en todo el mundo y pareció anunciar el comienzo de una nueva era signada por el fin de la Guerra Fría. Para la caída del muro, ya hacía meses que la situación en la antigua RDA era intolerable. Siendo el país más avanzado, en términos de realizaciones económicas y sociales dentro de los países del campo socialista, la República Democrática Alemana contaba también con una crítica vigorosa, por muy sotto voce que fuera, dentro de los mismos funcionarios del todopoderoso partido, que aspiraban a que la Perestroika, iniciada por Gorbachov en la Unión Soviética, se extendiera y que la transparencia –o Glasnost- también llegara a Alemania del Este.

Estuve en la RDA pocos meses antes de que se derrumbara el muro y recuerdo mi asombro cuando en las reuniones en la Unión de Escritores y con el Jefe de la Editorial del Partido, éstos expresaron sin tapujos su descontento ante la rigidez e intransigencia con que la dirigencia comunista alemana estaba respondiendo a las necesidades de cambio y de apertura que eran palpables en el ambiente. De manera que la caída del muro fue sólo la culminación de un proceso que ya se venía gestando dentro de la Alemania del Este.

Para quienes pensábamos en el socialismo como la doctrina de las revoluciones y el pensamiento portador de la idea de libertad para los explotados y oprimidos, ver a los ciudadanos de un país como la RDA rebelarse contra su propio sistema fue un desconcierto anunciado. Fue la muestra palpable de que el sistema que se erigió con tanta esperanza y sangre se había resquebrajado en sus cimientos. Ver lo que pasó en Alemania y luego en la URSS fue semejante a mirar uno de esos experimentos donde los cadáveres antiguos, al ser expuestos al aire repentinamente se descomponen y se convierten en polvo. Porque nada sino eso pasó: el soplo de libertad que introdujo Gorbachov con la Perestroika y el Glasnost, fue suficiente para derrumbar todo el edificio, aquel edificio imponente, aparentemente tan sólido y rojo. ¿Cómo era posible?, se preguntaba uno; ¿cómo era posible que el pueblo repudiara así aquel poder que se vanagloriaba de representar las más encendidas aspiraciones de obreros y campesinos?...SIGUE LEYENDO EL ARTÍCULO.

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