jueves, julio 26, 2007

VOZ DE LA IGLESIA EN VENEZUELA.



José Leopoldo Decamilli

El autor es profesor emérito de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Berlín

El 7 de julio corriente, la Iglesia de Venezuela, reunida en la LXXXVIII Asamblea Ordinaria Plenaria, aprobó e hizo publicar una exhortación pastoral titulada Urge el diálogo y la reconciliación en Venezuela. En esta exhortación los arzobispos y obispos de Venezuela, asentados en la responsabilidad moral que corresponde a la Iglesia, urgieron al Gobierno de la nación a abandonar las ideologías inhumanas que viene propagando.

Recordaron al mandatario venezolano que la paz sólo se consigue respetando la dignidad y la libertad de las personas y de las organizaciones sociales, fomentando el diálogo abierto y sin amenazas, y el pluralismo político propio a toda organización democrática. El Gobierno predica e impone el marxismo-leninismo aprendido en Cuba. Su divisa “Patria, socialismo o muerte” es un lema bélico de extrema intolerancia.

En lugar de afrontar realmente los problemas sociales (“la pobreza, el desempleo, la falta de viviendas, la carencia en los hospitales, los deficientes servicios públicos, los niños en la calle, ancianos sin atención (…) la violencia y los delitos contra la vida y la propiedad, el sicariato o asesinato por encargo, los secuestros y la extorsión”) el Gobierno se limita a tomar medidas populistas que nada resuelven. Impulsa además una Ley de Educación que “ofrece graves omisiones” y que se propone implantar una “educación (…) con una única y determinada ideología”, que atenta contra el derecho de los padres a la educación de sus hijos y contra la responsabilidad de los educadores.

La solución de los graves problemas que azotan al país no puede lograrse por el camino de la hegemonía del poder estatal y recurriendo a “ideologías que se creían superadas”. La intolerancia, el odio, el enfrentamiento, la discriminación en el trabajo por razones políticas no pueden conducir a la paz, a la reconciliación y a la solidaridad que se requieren para avanzar hacia el futuro. “Nadie, y mucho menos el Presidente de la República, tiene derecho a insultar o agredir a personas e instituciones que disientan de sus opiniones o proyectos (…). Las instituciones públicas tienen la grave obligación de permitir y respetar ese derecho a disentir consagrado en nuestra Constitución. (…) Venezuela necesita bendiciones, no improperios. Venezuela necesita que se aplique la Constitución vigente, no una nueva”. La reacción del comandante Chávez frente a estas comedidas reflexiones no se hizo esperar. Con su habitual tacto y educación respondió: “Es que ustedes son ignorantes o son pervertidos, mentirosos, engañadores (…) Monseñores, lean la Constitución si es que lo hacen por ignorancia (…); si lo hacen por perversión deberían quitarse la sotana…”

Parece mentira que este energúmeno pueda servir como modelo de gobierno a otros mandatarios de Hispanoamérica. Pero es así. Hay afinidades verdaderamente ignominiosas.

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