Como es bien sabido, este domingo 20 de septiembre se realizará en La Habana, Cuba, el concierto Paz sin Fronteras del cantante colombiano Juanes, cuyo verdadero nombre es Juan Esteban Aristizábal, quien será acompañado por otros cantantes de América Latina, España y la misma Cuba.
Ésta será la segunda edición del concierto internacional de Juanes, quien lo realizó por primera vez el domingo 16 de marzo de 2008 en la ciudad colombiana de Cúcuta, fronteriza con Venezuela, al que asistió una multitud binacional calculada en más de 300 mil personas, cuando parecía inminente una guerra de Venezuela y Ecuador contra Colombia porque fuerzas militares colombianas atacaron y destruyeron un campamento estratégico de las FARC establecido en territorio ecuatoriano.
Ahora, como era de esperarse, la convocatoria de Juanes al concierto de masas en la Plaza de la Revolución de La Habana ha provocado una fuerte reacción de protesta entre los exiliados cubanos. Lo cual es absolutamente comprensible, porque en la óptica del exilio cubano la celebración de este concierto se puede apreciar como si fuera un espaldarazo a la tiranía comunista de Cuba. Como dijera un periodista cubano exiliado, en un artículo publicado en El Nuevo Herald, de Miami: “El concierto promete no ser más que una presentación vergonzosa, irreflexiva y despiadada del cantante de 36 años y sus colegas. Será una legitimación tácita más de la dictadura más opresiva del hemisferio, que ya dura 50 años”.
Pero si fuera cierto que Juanes simpatiza con el régimen comunista de Cuba y quiere demostrarle su apoyo, tiene derecho de hacerlo. Cada quien es libre de escoger sus opciones ideológicas y políticas. Si es una personalidad artística internacional como Juanes simpatiza con el régimen comunista de Cuba, eso es deplorable, pero está en su derecho y allá él con lo que le dicte su conciencia. En todo caso, lo malo no es tener una ideología política ni simpatizar y respaldar a un régimen cualquiera, así sea el comunista. Lo realmente maligno no es creer en algo y simpatizar con alguien, sino suprimir las libertades y violar los derechos humanos de los ciudadanos que no pertenecen al partido oficial ni están conformes con el gobierno establecido. Lo perverso es someter a la gente a toda clase de privaciones materiales y angustias espirituales, no permitir que los ciudadanos escojan en elecciones libres a quienes quieran que sean sus gobernantes y representantes, perseguir, encarcelar y torturar a los que disienten del Gobierno.
Por otra parte, el concierto de Juanes en Cuba se puede apreciar también desde una perspectiva diferente a la de quienes lo consideran como un respaldo a la dictadura comunista y por eso lo repudian. Al respecto es muy interesante lo que ha escrito en su blog la reconocida y laureada disidente cubana, Yoani Sánchez: “Opino que Juanes debe venir y cantar. Si el tema es la paz deberá saber que esta isla no está inmersa en un conflicto bélico, pero tampoco conoce la concordia. Elevará su voz ante un pueblo que ha sido dividido, clasificado según un color político y compulsado al enfrentamiento hacia el que piensa diferente. Una población que hace años no oye hablar de armonía y que sabe del castigo que reciben los que se atreven a mostrar sus críticas. Estamos necesitados de su voz, pero sólo si va a cantar sin olvidar a ningún cubano, sin descartar ninguna diferencia.
“No ha sido una inocente decisión —agrega Yoani Sánchez— seleccionar la Plaza de la Revolución como escenario para su música y (Juanes) no podrá sacudirse la carga política que eso significa. Pero si tiene que ser así, si no hay espacio en los barrios pobres de la periferia de la ciudad, en mi Centro Habana natal al borde del colapso, si no lo dejan sumergirse en San Miguel o Marianao, ni siquiera usar el Estadio Latinoamericano, pues que cante entonces bajo la estatua de Martí y frente a la imagen de Che Guevara, pero al menos que cante para todos”.
Ciertamente, Juanes, quien ha insistido en que no tiene ninguna intención ni interés político, podría al menos decir en la Plaza de la Revolución de La Habana que su concierto es para todos los cubanos, incluyendo a los que sufren en las infamantes cárceles y cuartos de tortura de la dictadura comunista, aunque por su “prudencia política” no tenga que ser tan explícito. Con sólo que dijera que canta para todos los cubanos se disiparían las dudas y Juanes se ganaría el respeto de Tirios y Troyanos.
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