Era un hombre que trabajaba en una fábrica de enlatados.
Un día le confesó a su mujer que estaba poseído por una terrible obsesión: Un impulso incontrolable de colocar su pene en la cortadora de pepinos.
Espantada, la esposa le sugirió que consultara con un psicólogo.
El marido prometió que lo pensaría, pero continuó repitiéndole y repitiéndole a la esposa el mismo cuento, hasta que ella, aburrida, un día le dijo:
- Pues mételo en la cortadora de pepinos y no me jodas más, ¡¡¡el pene es tuyo por lo tanto es tu problema!!!
Al día siguiente, el marido llegó a casa cabizbajo profundamente abatido:
- ¿Qué pasó, querido? le preguntó la mujer, preparándose para lo peor.
- ¿Te acuerdas de mi obsesión de meter el pene en la cortadora de pepinos?
- ¡Oh, no! - gritó la mujer - ¡dime que no hiciste eso!
- ¡Sí, lo hice!
- ¿Oh Dios, y qué pasó?
- ¡Me despidieron...! -respondió el marido.
- ¿Queeee!!! ... ¿y la cortadora de pepinos! ¿qué te hizo?, ¿te lastimó?
¡Noooo a ella también la despidieron!
domingo, enero 24, 2010
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