Nuestro primer comentario editorial en el nuevo año, 2010, que acaba de comenzar, necesariamente tiene que ser un mensaje de esperanza a los lectores de LA PRENSA y, por su medio, a todo el pueblo nicaragüense.
Sin duda que el 2009 fue un año muy duro para la gran mayoría de los nicaragüenses. Salvo, por supuesto, para la exigua minoría que gobierna —o más bien dicho que desgobierna— a Nicaragua y se está enriqueciendo de manera escandalosa al amparo del poder. Prácticamente todos los índices económicos del país se vieron afectados de manera negativa. Se incrementó dramáticamente la pobreza, pues las políticas gubernamentales están haciendo más pobres a los pobres y empobreciendo a muchos que durante los años de la democracia habían logrado prosperar. De hecho sólo las cifras de la macroeconomía han sobrevivido airosas ante la crisis que azota al país, pero esto sólo gracias a los organismos financieros internacionales que son maldecidos a menudo por los gobernantes pero no por eso dejan de proporcionarles su ayuda vital.
Lastimosamente, casi todos los avances socio-económicos logrados durante los 16 años de gobiernos democráticos, se han perdido o se están echando a perder. Los precios de los alimentos y de todos los bienes de uso y consumo en general, son ahora por lo menos un tercio más caros que antes de que Daniel Ortega recobrara el poder. Mientras tanto los salarios se han reducido, o se mantienen estancados y millares de personas han sido arrojadas al desempleo, en el Estado por sectarismo y represalias políticas y en el sector privado por efecto de la recesión económica. Inclusive los sectores de educación y salud públicas, en los que el orteguismo maquilla las cifras para presentarlos como joyas de su corona, el retroceso es evidente y tangible.
El derecho de los ciudadanos a elegir libremente las autoridades de gobierno y representación, prácticamente ha desaparecido y el fraude electoral ha sido resucitado para mantener y perpetuar en el poder al nuevo-viejo dictador. La libertad de organización y de manifestación pública es impedida mediante amenazas de violencia física, o agredida salvajemente por turbas pagadas y envenenadas por el odio y la intolerancia al derecho ajeno, hasta al de tener un pensamiento propio...SIGUE LEYENDO.
sábado, enero 02, 2010
La fuerza de la esperanza
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario