La guerra no es solo militar. También existe la guerra de clases, la lucha de clases, el odio de clases, la rivalidad de clases, la confrontación entre las clases sociales de un país. Esa guerra o lucha de clases es el fundamento de la ideología comunista. El comunismo existe en esta vida para imponerle al mundo la guerra social o lucha de clases porque les es necesaria. Donde hay comunismo hay lucha de clases o guerra social, y ahí donde hay lucha de clases o guerra social, hay comunismo. Guerra social y comunismo son lo mismo y mucho de eso lo escuchamos aquí todos los días en boca de los nuevos ricos, de los nuevos oligarcas, de los nuevos explotadores.
Quien trajo la guerra social o lucha de clases a Nicaragua fue el FSLN. Aquí no existía la lucha de clases porque empleadores y trabajadores eran el uno para el otro porque ambos ganaban y obtenían beneficios. Fueron los “muchachos” los que desde 1979 se propusieron enseñarnos día a día esa lucha a los nicaragüenses y metérnosla en la cabeza y en el corazón fomentándola calculadamente sin descanso, ni tregua, ni respiro alguno durante diez años, hasta que dejaron el gobierno de arriba en 1990. Esa guerra de clases sembró odios, resentimientos, envidias y violencia entre los nicaragüenses.
Después, desde que se dedicó a “gobernar desde abajo”, el FSLN alentó en sus bases la rivalidad de clases entre nosotros y eso fue causa permanente de división y de confrontación en nuestra sociedad. La ideología belicista del FSLN, ese izquierdismo bolchevique, de choque de clases, es lo que gestó el alboroto callejero, la turbulencia salvaje, el reclamo irracional, el chantaje inmoral de todas las asonadas saboteadoras y toda esa morterada incivilizada que se dio contra la estabilidad en su momento. Todo eso lo hacía el partido danielista desde la oposición y lo repite ahora que gobiernan desde arriba.
Es decir en términos claros las espadas están desenfundadas. De la única manera que podría haber paz social en Nicaragua es que aquí ya no haya guerra social. Y de la única manera que podría estar ausente la guerra social es que esté ausente la ideología causante de esa guerra social, pero cómo si el origen hoy es gobierno y un populismo trasnochado que promueven al extremo de lo ridículo y contradictorio tristes personajes como Gustavo Porras que francamente no le luce siendo él un prominente de la nueva oligarquía.
Ya no escuchamos a Daniel Ortega como en su campaña electoral o como después de haber ganado las elecciones hablar de paz y reconciliación. Por el contrario como que desde el gobierno se quisieran comenzar a tocar los tambores de guerra a través de la lucha de clases, del enfrentamiento entre el rico y el pobre. La trasnochada izquierda con la que se viste el FSLN o más bien el gobierno, obligatoriamente nos quiere decir que aquí tendrá que haber lucha de clases, conflictos sociales generados por la ideología conflictiva que anida en Daniel y en los camaradas que lo mal aconsejan.
Sostuve antes de las elecciones DEL 2006 que sería difícil la paz en nuestro país mientras Daniel Ortega tuviera oxígeno y respirara por la lucha de clases. Ahora está en el poder y el tiempo nos dio la razón. Hoy lo que nos queda es ver que tanto podemos permear la estructura y esquema mental de un comunista o anarquista que no termina de entender que sí, está en el poder, pero no por obra y gracia de ninguna revolución y que no es posible fortalecer al pobre debilitando al rico porque las sociedades avanzadas se han forjado, han crecido y son autosuficientes porque empleadores y trabajadores han entendido y aceptado que uno sin el otro no son ninguno.
Nicaragua puede crecer caminando de la mano de todos los sectores. Empresarios, trabajadores, maestros, médicos, enfermeras, afanadoras, estudiantes, gobernantes, políticos, religiosos y periodistas tenemos que ser un solo cuerpo empujando a la nación hacia la realización de su verdadero futuro y lo menos que quisiéramos encontrar en el camino es la lucha de clases.
Si eso llegara a pasar los empresarios, los que tienen el capital para invertir y generar empleos repetirían lo mismo que en la década de los ochenta; emigrar hacia otros horizontes para sembrar lo que aquí el odio no les permitió y de hecho eso está sucediendo.
La lucha de clases terminó aplastada por las piedras desprendidas del Muro de Berlín. La lucha de clases fue ejecutada por el glasnost y la perestroika que terminó con la Unión Soviética. La lucha de clase fue incinerada por la visión globalizada del nuevo mundo del que Nicaragua es parte integral. Por eso mismo Ortega está bien que haga pagar a los que más tienen, incluyéndose él y su camarilla de nuevos potentados, a propósito de la nueva reforma al presupuesto general de la república y de la nueva reforma tributaria, pero estaría mal que se excediera más allá de lo comprensible en circunstancias donde no queda más sangre que sacar.
Ya le reforma tributaria fue salvajemente ejecutada pero les falta más. La exige el Fondo Monetario Internacional y estos bárbaros que tenemos ejerciendo la dictadura, que son más derechistas que lo que ellos llaman derecha, la concederán porque son obedientes fondomonetaristas
Estos ricos de aparente izquierda que se entienden con los ricos insufribles del COSEP ojalá sepan lo que hacen porque después de haberse protegido, cada quien lanzará, el uno contra el otro, al pobre que no tuvo vela en ese entierro y que al final termina de pagar los platos rotos porque aquí tanto el gobierno como los empresarios del COSEP, en su relación de conveniencias, se usan mutuamente porque coinciden en la defensa de sus intereses económicos. Así el gobierno le dice a los del COSEP que son unos explotadores y chupa sangre y el COSEP al gobierno que son unos irresponsables y malos administradores mientras José Adán Aguerri, con vara de yo no fui es en el plano franco de la realidad un funcionario más del gobierno de unidad y reconciliación.
Prevalecen a estas alturas las famosas “remangadas” que nos pegaba el tristemente célebre de Enrique Bolaños como las que hoy nos recetan también esos que él ayudó a regresar a donde están. Por eso la mayoría de los nicaragüenses en zona de riesgo desde el punto de vista laboral tengamos cuidado con esos discursos del sindicalismo cuartelario. El llamado gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, el del “pueblo presidente” no está haciendo nada por los pobres. Utiliza retóricamente la diatriba de la lucha de clases pero fomenta la explotación y la desigualdad cuando únicamente crea espacios para desarmonizar y corromper el ambiente laboral pero solo para justificar el contenido de sus peroratas y presentarse como un defensor de la clase trabajadora.
Los nicaragüenses estamos hoy peor que antes. Eso no es un invento sino el resultado de estudios hechos por firmas internacionales que también dicen que Daniel Ortega es el peor presidente en la historia de Nicaragua. Desgraciadamente eso no va cambiar por ahora porque no hay ni voluntad ni intención para hacerlo. Al contrario es algo que interesa al gobierno para crear un estado de necesidad frente a su indiscutible incapacidad administrativa para distribuir la inmensa miseria que profundizó desde su arribo al poder.
Para salir de la crisis Nicaragua necesita deponer los discursos estériles. Es necesario que Daniel Ortega, que para Estados Unidos es un pinche piojo, a lo mejor liendre y que nada que diga o haga llamará la atención del imperio, porque tiene mucho más problemas que los que pueda causar la necedad de una mosca. Ayer fue la conmemoración del 30 aniversario de Fuerza Naval y en su larga verborrea se la pasó recomendando lo que el imperio debe hacer o no en términos de política internacional en el mundo y en especial en América Latina.
A nosotros los nicaragüenses y a sus trabajadores nos interesa oír que nuevas empresas textileras de zona franca vengan. Que las políticas de gobierno dirigidas al agro aumenten los niveles de producción de los alimentos de la tierra.
Que nuestro país suscriba con cualquier potencia, por ejemplo Taiwan o China Continental, un mega proyecto para cambiar totalmente nuestra matriz energética. Que frente a nuestra pobreza no desestimemos ningún tipo de cooperación o donación internacional para desarrollarnos. Que nuestro gobierno haga lo imposible por crear un espacio de estabilidad y gobernabilidad para crecer como Dios manda. Que fomentamos las buenas relaciones con nuestros vecinos para que la fluidez de las exportaciones y las importaciones se mantengan estables y el país no pierda su ritmo de crecimiento. Que los recursos del país estén administrados en línea con las necesidades que la nación demanda y no sean empleados en cosas del partido.
Eso efectivamente haría tangible una guerra social contra la pobreza pero es exactamente lo que no se está viendo. Aquí hay guerra contra los que disienten, contra el periodismo, contra la economía, contra potencias que nos pueden aplastar, contra los vecinos y en síntesis contra la libertad. Lo demás no importa a los gobernantes de turno porque mientras ellos estén bien económicamente hablando y tengan asegurado su futuro por lo único que se interesarán es por demostrar que ellos tienen el poder y que como interpretan que los poderosos son los que mandan entonces lo que hacen es tratar de aplastarnos, de reprimirnos, de coyundearnos, porque para ellos el poder no está en la razón sino en la fuerza.
Somoza lo intentó y el pueblo lo botó. La Dirección Nacional lo repitió y una montaña de votos los sepultó. Ahora Daniel Ortega viene por lo mismo y sin duda que le pasará lo mismo. Puede ser mañana o pasado mañana pero ese día le llegará a él y a los suyos pero de que el pueblo va a reaccionar a eso usted amigo póngale sello y nombre.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
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