lunes, diciembre 17, 2007

EL RECURSO DE LA AMNISTÍA. (EDITORIAL LA PRENSA 171207).

La Asamblea Nacional admitió el viernes de la semana pasada una propuesta liberal de amnistía, la cual fue enviada a comisión para su debido dictamen. En caso de ser aprobada, el próximo año, esa amnistía favorecería a Arnoldo Alemán, pero también liberaría a algunas personalidades políticas democráticas del chantaje de Daniel Ortega, como es el caso de Eduardo Montealegre quien está amenazado con ser enjuiciado, condenado y encarcelado por el caso de los Cenis, en el cual ha quedado claro que el líder de ALN no cometió delito.

Pero la amnistía es un asunto muy delicado que no se debe resolver con ligereza. La amnistía tiene una trascendental significación jurídica y política, pero también ética y moral. Por lo tanto hay que medir muy cautelosamente las posibles repercusiones positivas y/o negativas que podría tener en nuestra sociedad.

La objeción principal a una amnistía que favorezca también a Arnoldo Alemán se basa en que él es un reo común, aunque Daniel Ortega lo haya convertido de hecho en preso o rehén político. La amnistía es para casos de delitos políticos y comunes conexos. Como dice el reconocido enciclopedista jurídico Guillermo Cabanellas, la amnistía “implica siempre la supresión de las penas aplicadas o aplicables a ciertos delitos, especialmente de los cometidos contra el Estado o de aquellos que se califican de políticos, por considerarlos circunstanciales y no producto de la maldad humana ni de las lesiones antisociales permanentes, como ocurre con los delitos comunes”. Y advierte Cabanellas que: “Lo inconcebible, en términos jurídicos, consiste en aplicar las amnistías a los delitos comunes, que representa subvertir todo el orden moral y jurídico de un país”.

De manera que es válida la objeción de quienes se oponen a una amnistía para Arnoldo Alemán. Pero nos referimos a quienes la objetan honestamente, por principios morales, no a aquellos que al amparo del poder político perpetraron el delito común más grande en la historia de Nicaragua, como fue la piñata sandinista que el FSLN protegió con una amnistía en marzo de 1990, pero ahora hipócritamente la rechazan porque dicen que Alemán es un ladrón. Y ellos, ¿qué fue lo que hicieron para volverse ricos?

Sin duda que Arnoldo Alemán merece pagar con la cárcel todo el daño que le ha causado al Estado, a la sociedad, a la institucionalidad democrática y al derecho de los nicaragüenses a la libertad, que ahora se encuentran gravemente amenazadas como consecuencia del pacto que hizo con Daniel Ortega. Hay que recordar que Alemán pactó con Ortega antes de que fuera acusado y condenado por cometer delitos de corrupción. Alemán se entregó a Ortega voluntariamente, no porque era su rehén político sino porque quería seguir en el poder, ya fuera compartido con el caudillo del FSLN o alternándose con él. Fue hasta después del pacto que Ortega le pagó al caudillo del PLC convirtiéndolo en su rehén político, para seguir utilizándolo en el objetivo de consolidarse en el poder con artimañas después de que gracias a Alemán obtuvo la presidencia con sólo el 38 por ciento de los votos.

Quien está pagando un precio muy alto por los delitos y culpas de Arnoldo Alemán, es el pueblo nicaragüense, la mayoría democrática de la nación, las instituciones republicanas, la economía nacional que ha vuelto a caer en el estancamiento y está al borde de la crisis, los pobres de Nicaragua que tras apenas un año de desgobierno de Daniel Ortega están más empobrecidos que antes. Ortega está llevando a Nicaragua a un callejón sin salida. Sólo por eso es que vale la pena considerar la viabilidad de una amnistía que, aunque favorezca a Arnoldo Alemán, también podría impedir que Daniel Ortega siga utilizando al mismo Alemán como instrumento de sus maquinaciones dictatoriales, pero sobre todo para evitar que siga chantajeando a personalidades democráticas del país que tienen el potencial necesario para derrotar al caudillo del FSLN en las urnas electorales.

En un escenario donde no se ven muchas opciones para neutralizar los chantajes de Ortega, la amnistía podría ser una posibilidad. De todas maneras, estando ya la propuesta de amnistía en la comisión dictaminadora, hay que promover un amplio debate público sobre sus posibles costos y beneficios. Y pedir a los diputados que no tomen una decisión a la ligera a favor o en contra de la amnistía, sino que decidan en base del mayor consenso nacional que sea posible.

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