domingo, diciembre 23, 2007

LOS BUENOS Y MALOS DEL 2007

Julio Alejandro Quijano
El Universal
Ciudad de México
Domingo 23 de diciembre de 2007

A lo largo del año que termina hubo personajes de todos los ámbitos que no pasaron inadvertidos. Los mexicanos los recuerdan, a unos por sus buenas acciones y a otros por lo contrario

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La rueda de la historia ya giró en 2007: a algunos les dio un leve impulso hacia la constelación de los próceres, a otros los aventó muy, muy lejos y a uno que otro lo aplastó.

Aunque siempre existe el personaje desesperado que se adelanta a erigir una estatua en su honor. Ahí está el monumento de Vicente Fox en Boca del Río, Veracruz. Ya luego pasó la rueda y lo dejó manco (al monumento, claro). Aunque fue restaurado y reforzado, y de que hay una calle con su nombre en Chiconcuac, el ex presidente no alcanzó el estatus de personaje del año. En la encuesta de EL UNIVERSAL, sólo 12% votó por él, muy lejos de aquel 42.5% con el que ganó las elecciones presidenciales en 2000.

Por supuesto, sus estatuas y calles se quedan ahí para demostrar que Jorge Ibargüengoitia tenía razón: “Los monumentos son piedras que cuestan una fortuna y que se olvidarían si no fuera porque estorban el tránsito”.

Además, Fox tampoco ganó en la categoría de peor personaje del año, donde quedó en segundo lugar con 15%. No es, sin embargo, una casualidad que aparezca en ambas categorías, ya que ha sido un político de extremos: al asumir la Presidencia dijo “conocer de cerca uno de los males que se pueden evitar en nuestro país, la pobreza”; apenas un año después de terminar su mandato, mostró en un reportaje para la prensa del corazón su rancho renovado y “recargado”; o sea que también conoció de cerca la opulencia. Incluso se formó una comisión especial de legisladores para investigar cómo fue que Fox “evitó su pobreza”.

Pero alguien le ganó como peor personaje del año: 30% de los encuestados mencionó a Andrés Manuel López Obrador. No obstante, el tabasqueño también aparece en la categoría de personaje del año con 25% de las menciones. O sea que AMLO es como el América: lo amas o lo odias. Y viste de amarillo.

Felipe Calderón ganó como personaje del año con 39%, en el que seguramente influyó su estilo de gobierno institucional y mesurado pero también esa costumbre suya de anunciar descuentos: lo mismo del 4% en las casetas durante las vacaciones que reducciones del 30% en tarifas de energía eléctrica para empresarios.

Seguramente el porcentaje del presidente Calderón en la encuesta sería mejor si hubiera hecho caso a los asesores de imagen que le recomendaban usar un uniforme militar también reducido aquel 3 de enero en Apatzingán.

En la ciudad de México, Marcelo Ebrard tuvo el 33% de las menciones y Andrés Manuel el 26%. Es pues, una ciudad que todavía tiene esperanza (ya se sabe que muere al último) y todo indica que está en movimiento, tal y como dice el eslongan del gobierno de Ebrard. Quien se mueve muy poco en el DF es Felipe Calderón con sólo el 9% de las menciones y quien de plano tiene pocas esperanzas es Vicente Fox con 2%.

En cuanto a nivel internacional, la rueda también ha girado. Es notorio que con cada vuelta, Fidel Castro queda más abajo. En la percepción de los mexicanos encuestados, sólo 2% lo mencionaron como personaje del año. O sea que falta un 98% para que “la historia lo absuelva”, como proclamó en aquella memorable autodefensa ante el tribunal que lo juzgaba por el fallido golpe al Cuartel Moncada. Al resto de los encuestados bien podría decirles: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.

En esta categoría, el primer lugar lo pelean George Bush y Hugo Chávez. Quizá Chávez hubiera preferido ser mencionado en la categoría de artista del año, pero parece que sus interpretaciones de música ranchera a mitad de mensajes políticos todavía no alcanzan el registro o popularidad de un Pedro Infante o una Maribel Guardia.

De hecho, los encuestados por EL UNIVERSAL mencionaron a dos cantantes vernáculos como los artistas del año en México: Vicente Fernández y su hijo Alejandro. Su talento fue más recordado que Luis Miguel (con todo y su hijo con La Chule), Juan Gabriel (con todo y su desmayo durante un concierto en Puebla), Thalía (con todo y el impronunciable nombre de su hija Sabrina Sakae). Y a un año de su ejecución, la gente todavía se acuerda de Valentín Elizalde. Pocos se atreven a decir que cantaba bien, pero 2% lo mencionó como artista mexicano del año.

En el ambiente internacional, la encuesta arrojó señales unívocas. El mejor artista del año no fue Luciano Pavarotti, fallecido este año y cuya actuación de Nessum Dorma es el video de bienvenida al Metropolitan Opera de Nueva York en los días de función. Pavarotti, con toda su trayectoria en la ópera, sólo alcanzó el tercer lugar. El primero y el segundo lo ocupó el pop: Shakira y Britney Spears.

De todos modos, es significativo que el tenor de Módena, sea considerado en la categoría de artista y no en el de personaje del año en el mundo de la cultura, donde Gabriel García Márquez estuvo 2% arriba de Frida Kahlo.

En deportista del año ganó una mujer: Lorena Ochoa tuvo más menciones que el guapo Guillermo Ochoa, el elegante y perfumado Rafael Márquez, el casi siempre triunfador Hugo Sánchez y el desde un año fiel y romántico Cuauhtémoc Blanco.

La lista de empresarios mexicanos del año es corta: sólo se mencionaron tres personajes, Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga. Es algo lógico si se considera que entre ellos concentran 65 mil millones de dólares, según la Forbes de 2007.

En su descargo (y pensando en que “es más fácil que un camello pase por el orificio de una aguja que un rico”), Salinas Pliego y Slim aparecen también en la lista de personajes que más hicieron filantropía y proporcionaron ayuda social. Esta categoría la ganó Al Gore con 5% y apenas tres puntos abajo está el Doctor Simi, que ganó reconocimiento en la opinión pública no sólo por sus medicinas económicas y su botarga que baila y coquetea con actrices, sino porque este año intentó vender tortillas más baratas.

Es probable que el próximo año la rueda de la historia aplaste a quienes hoy encumbra o viceversa. Por ahora, sólo el 3% se acordó de Mario Marín como peor personaje del año y parece que Elba Esther Gordillo se ha salvado: nadie la menciona.

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