domingo, diciembre 30, 2007

FURIA CONTRA MUSHARRAF


Simpatizantes de la asesinada ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, despliegan banderas y lanzan consignas contra el Gobierno de Pervez Musharraf, durante una manifestación realizada ayer en Rawalpindi.
/LA PRENSA/ AFP

Furia contra Musharraf
Unos 900 comercios y oficinas, 174 bancos, 78 trenes y cientos de automóviles ardieron en todo el país
División social está convirtiendo el país en otro Irak
Islamabad/ AP-AFP

Unos 900 comercios y oficinas, 174 bancos, 78 trenes y cientos de automóviles ardieron en todo el país
División social está convirtiendo el país en otro Irak
Islamabad/ AP-AFP

El asesinato de la líder opositora Benazir Bhutto exacerbó al máximo la crisis política en Pakistán y generó temores de que las cada vez más profundas divisiones en la sociedad estén convirtiendo al país en otro Irak.

Los estupefactos ciudadanos culpan de la aguda crisis al presidente Pervez Musharraf y a su persecución de extremistas islámicos, respaldada por Estados Unidos. Llevando a cuestas una pobreza abrumadora y más preocupados por sobrevivir que en combatir el terrorismo antioccidental, la mayoría desea más que nada que haya estabilidad, y muchos creen que las cosas sólo mejorarán si Musharraf renuncia.

Mientras que muchos paquistaníes quieren que deje el poder, no hay un consenso sobre quién podría reemplazarlo ni sobre alguien capaz de unificar a las facciones políticas del país, divididas por intensas riñas.

MIEDO Y CAOS

El atentado suicida que mató a Bhutto el jueves desató una vorágine de furia entre sus partidarios y tres días de disturbios han dejado más de 40 muertos y decenas de millones de dólares en daños. En algunas ciudades las fuerzas de seguridad ya tienen autorización para disparar, con sólo verlas, a las personas que provoquen disturbios.

Su asesinato también ha profundizado la sensación de que el Estado de Derecho está en peligro, así como las perspectivas de que el país pueda entrar a una etapa de democracia tras ocho años de Gobierno autoritario de Musharraf.

En el segundo día de luto oficial decretado por el asesinato, el jueves, de la líder opositora, la mayoría de los paquistaníes no podían encontrar comida o combustible, pues gasolineras, tiendas, bancos, oficinas y escuelas estaban cerrados.

Las calles de las principales ciudades del país —Karachi, Islamabad, Rawalpindi, Lahore, Quetta y Peshawar— estaban desiertas, en ellas todavía se contemplaban las huellas de los disturbios populares desencadenados por el asesinato de Bhutto y que dejaron al menos 38 muertos y decenas de heridos.

El Ministerio del Interior explicó que la violencia ha causado pérdidas materiales valoradas en decenas de millones de dólares, ya que unos 900 comercios y oficinas, 174 bancos, 78 trenes y cientos de automóviles ardieron en todo el país.

Improvisadas bandas callejeras recorrían Karachi, “desaconsejando” a sus habitantes que salieran de sus casas

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